Mi lucha por escapar los tentáculos del Islam
Mi nombre es Hussain Andaryas.[1] Nací en una familia afgana muy nacionalista en 1963 (año musulmán 1344). Me crié como musulmán en la ciudad capital de Kabul, donde recibí mi educación primaria en mi hogar debido a los viajes frecuentes de mis padres a India y Japón. Mis padres pagaron a un líder musulmán a venir a mi casa a diario para enseñarme el Corán y otras doctrinas islámicas. Luego asistí una escuela secundaria con otros estudiantes para evitar tener que unirme al ejército afgano comunista, pero en realidad yo quería pelear en contra de los rusos junto con mis otros hermanos afganos. Sufrí discriminación en la escuela por pertenecer a un grupo étnico oprimido por siglos a pesar de que mi padre fue un comerciante y mi madre una doctora en medicina. Por eso me llené de odio y nunca saqué las mejores notas. Un día a mediados de los 1980 en una parada de guaguas un extranjero apresuradamente me acercó, acción que me dio miedo pensando que fuera ruso. Pero cuando llegó a mí, en vez de hablarme, sacó un libro escrito en el lenguaje persa y para mi gran sorpresa arrancó unas páginas y me las entregó. Después arrancó otras páginas y al dármelas me dijo, "Toma éstas y léalas; te harán bien." Luego se fue y nunca jamás he visto a ese "ángel de Dios." No obstante, yo sospechaba que era propaganda comunista. Cuando llegué a casa, saqué las páginas de mi bulto y descubrí que las primeras tenían el título de "Injeel-e-Matta" (Evangelio según Mateo) pero las otras páginas eran del "Injeel-e-Luqa" (Evangelio según Lucas). Ya se me había informado que había cuatro libros celestiales: el "Taorat," "Zaboor," "Injeel" y el Corán y que todos menos el Corán eran libros nulos, inválidos, desprovistos de valor y corruptos. Se me enseñaba que el Corán era el libro final y completo y que Mahoma era el último y final profeta enviado por Dios. Cinco veces al día yo rezaba la oración musulmana (el Namaz), dividida en tres partes conforme a la fe Shía del Islam. Debido a mi curiosidad sobre otras religiones, comencé a estudiar las páginas que el señor me había dado furtivamente. Las escondí debajo de mi almohada y las leía todas las noches cuando nadie estaba cerca, porque guardé todo esto en secreto. En el estudio de las páginas, encontré nuevas ideas, pero tuve gran dificultad en aceptar la mayor parte de ellas, porque estaban contrarias a lo que ya había aprendido. Por ejemplo, el Sermón del Monte en Mateo 5 decía cosas muy difíciles de aceptar. Yo soy de la etnia "Hazara," que estaba odiado por todos los demás grupos éticos en Afganistán, y estas páginas me decían que debía amar a mis enemigos y aun orar por ellos. Si me maldecían, debía orar por ellos; si me pegaban, debía darles otras oportunidades de pegarme. Pensé que los evangelios me enseñaban a ser un cobarde. A la misma vez sus enseñanzas fueron únicas, porque me daban paz cuando las leía. Por eso a veces pensaba que sus ideas eran buenas y que todos debían obedecerlas. Estudiaba las páginas por casi un año antes de perderlas, pues mis padres las encontraron debajo de mi almohada. Mi padre me gritaba diciéndome que no leyera todo que recibía. Pero ya era tarde para mí, porque aunque estudiaba el Corán en mi casa con un líder musulmán, nunca me atrevía preguntarle acerca de mi nueva experiencia. No obstante, le preguntaba varias veces qué ocurría con los otros tres libros celestiales. Hoy después de muchos años entiendo que ese maestro era tan ignorante como yo. De hecho pienso que yo sabía más que él, porque yo tenía un poquito de conocimiento de esos libros. Todo que me decía era: "Los otros libros ya son nulos o inválidos." Y la única razón por el cual él pensaba eso fue que a él se le había enseñado así. En 1983 huí de la escuela a las montañas de Hazarajat. El gobierno pro-ruso en ese tiempo obligaba a los jóvenes afganos que graduaban de la escuela a unirse al ejército y pelear en contra de sus compatriotas. Eso no fue aceptable para mí o para mi familia. Me uní con los guerreros santos ("mujahedeen"). Al final de un año de trabajar con ellos, huí al país vecino de Irán donde se me dio una recomendación para estudiar en la Universidad Teológica Islámica Chiíta ("Hawza-e-Hmiya") en la ciudad de Qum. Fue la misma universidad donde el Ayatollah Khomeini había estudiado y enseñado. Visitaba cada semana o dos a Teherán, un viaje de dos horas de Qum, donde trabajaban muchos de mis parientes. Después de un mes de estudio universitario un viernes por casualidad visité el parque "Pake-shar" en el centro de Teherán. Después de una caminata me senté en un banco para descansar. En ese mismo banco un viejito estaba leyendo un periódico. Me miró, me sonrió y me preguntó cómo estaba. Le contesté y él comenzó a hacerme preguntas acerca de mi lugar de origen y qué hacía. Le contesté sin informarle donde estudiaba. Me preguntó de la guerra en Afganistán y comentamos acerca de Saddam Hussein. Fue una persona agradable y razonable y me gustaba mucho escucharle. Finalmente, me dio su tarjeta, invitándome a visitarle en cualquier día en su casa en Deh-e-wanak. Nos despedimos y regresé a Qum donde pensé en ese caballero y en visitarle la siguiente semana. Cuando estuve con los guerreros en las montañas, siempre recordaba las páginas de los evangelios de Mateo y Lucas cuyas enseñanzas me habían sorprendido. Ahora había escuchado cosas parecidas de ese viejito llamado Dawood Rabbani. Finalmente, llegó el día cuando toqué a su puerta. Su hija abrió la puerta y me reconoció en seguida cuando me presenté. Pronto salió Dawood y nos sentamos juntos conociéndonos mejor. Su casa tenía un aspecto diferente y ellos me miraban de forma diferente. En las paredes vi un cuadro de un hombre con muchas ovejas. Cuando le pregunté, ") ¿Quién era?" me contestó que "Su nombre era Dawood." También me dijo que ese hombre fue uno de los profetas. Muy pronto recordé preguntarle si sabía algo acerca de los libros celestiales. Con mucha alegría comenzó a contestar mis preguntas. Me sorprendí cuando no me dijo que eran inválidos hoy. Cuando le pregunté si era cristiano, me dijo que sí. Me interesé mucho por su familia y cada semana iba a su casa. Finalmente, un día le dije que se me había dado páginas de los evangelios de Mateo y Lucas de manera extraña y que no sólo yo tenía mucho interés en conocer acerca del cristianismo sino que estudiaba en la Universidad Hawza-e-Hmiya. Tan pronto como oía el nombre de esa institución su semblante cambió y me di cuenta que estaba un poco nervioso. Le aseguré que yo tenía mucho interés en la Biblia y que no diría a nadie acerca de ello. Me dijo que no tenía miedo de los problemas que pudieran afectarle a él sino a mí, porque si alguien descubriera que yo visitaba su casa, yo tendría problema. Le dije que vendría con mucho cuidado de manera que nadie se diera cuenta de las visitas. Dawood fue un hombre suave de hablar, una persona bella cuya presencia me mostraba amor y gracia que era lo mismo que él creía. Por supuesto yo tenía muchas, pero muchas preguntas acerca de la Biblia y siempre me las contestaba con gran entusiasmo. Yo nunca pensaba que habría cristianos en Irán. Sabía únicamente que fue un país Chiíta. Muchos de mi pueblo Hazaras emigraban a Irán para trabajar y practicar "ziyarat" en el Octavo Templo Imán Alí Mosa Al Raza. Por eso agregaban a su nombre "Zawar." Yo visité ese templo dos veces con mi padre cuando íbamos de camino a Kárbala en Irak y al Hajj (Kaaba) en Meca en Arabia. Dawood me enseñaba fielmente la Biblia hasta que la policía encargada de la religión en Irán me arrestó El único templo cristiano en Afganistán fue construido en Kabul cuando el Presidente Eisenhower consiguió permiso del rey Zahir Shah donde los extranjeros del occidente podrían adorar. Pero ese templo fue demolido poco después de su construcción. (¡Y dicen que el Islam es una religión de paz! El problema más grande para un musulmán que piensa en cambiar de religión es lo que otros en la sociedad pensarán de él. Los miembros de su propia familia y otros lo maldecirán. Estará menospreciado y aun botado de la familia. Los gobernantes lo castigarán severamente y aun será matado. Uno de los oficiales me dijo que le mataron a Dawood porque él me enseñaba la Biblia. No estoy seguro de eso, aunque jamás he sabido más de él. La mayoría de los iraníes que he preguntado ha negado tener conocimiento de él. No obstante, para mí él fue un verdadero mensajero de Dios que me enseñó con gran amor y cuidado. Huyendo por mi vida y estudiando más sobre el Islam De Turquía fui a Siria donde vivía por cinco o seis meses entre unos afganos en Damishq. Quería estudiar más acerca del Islam. Así que algunos allí me dieron una solicitud y en 1985 se me dio permiso a estudiar en el Jamiat-al-azhar, una universidad islámica muy antigua donde el medio ambiente fue mucho mejor y pude comenzar mis propias investigaciones sobre el Islam. Sabía que Cristo era la única persona verdadera a seguir, pero todavía no era cristiano. Quería estar seguro de lo que hacía. Uno de los problemas que siempre tuve era el idioma arábico que desde niño no me gustaba estudiarlo. Ahora estudiaba el arábico clásico. Aunque no era un buen estudiante de ese idioma, sabía que hacía lo correcto. Mi tema favorito era la lucha por el Califa después de la muerte de Mahoma. Entendía la violencia para gobernar y el egoísmo por ganar la autoridad entre los musulmanes. Lo comparaba con la ascensión de Jesús, el sufrimiento de los cristianos primitivos y el gran compañerismo que los unían. Pero en el caso del Islam tan pronto como un líder moría, todo el mundo quería el poder. Existía el caos entre los habitantes de la Meca y otros lugares sobre quién iba a ser el próximo líder. Escribir sobre estas luchas llenaría muchos libros. Pero, del otro lado, yo había aprendido de Dawood y un cristiano sirio en Damishq acerca de la historia de la iglesia y el Líder que dejó a Sus seguidores con una esperanza más grande: la promesa del Espíritu Santo. Las historias de las vidas que se dieron en sacrificio y se estrecharon las manos en unidad, se convirtieron en el argumento favorito que me sostenía. 50 ¡Profeta! Hemos declarado lícitas para ti a tus esposas, a las que has dado dote, a las esclavas que Dios te ha dado como botín de guerra, a las hijas de tu tío y tías paternos y de tu tío y tías maternos que han emigrado contigo y a toda mujer creyente, si se ofrece al Profeta y el Profeta quiere casarse con ella. Es un privilegio tuyo, no de los otros creyentes -- ya sabemos lo que hemos impuesto a estos últimos con respecto a sus esposas y esclavas --, para que no tengas reparo. Dios es indulgente, misericordioso. 51 Puedes dejar para otra ocasión a la que de ellas quieras, o llamar a ti a la que quieras, o volver a llamar a una de las que habías separado. No haces mal. Esto contribuye a su alegría, a evitar que estén tristes y a que todas ellas estén contentas con lo que tú les des. Dios sabe lo que encierran vuestros corazones. Dios es omnisciente, benigno. 52 En adelante, no te será lícito tomar otras mujeres, ni cambiar de esposas, aunque te guste su belleza, a excepción de tus esclavas. Dios todo lo observa. 53¡Creyentes! No entréis en las habitaciones del Profeta a menos que se os autorice a ello para una comida. No entréis hasta que sea hora. Cuando se os llame, entrad y, cuando hayáis comido, retiraos sin poneros a hablar como si fuerais de la familia. Esto molestaría al Profeta y, por vosotros, le daría vergüenza. Dios, en cambio, no Se avergüenza de la verdad. Cuando les pidáis un objeto hacedlo desde detrás de una cortina. Es más decoroso para vosotros y para ellas. No debéis molestar al Enviado de Dios, ni casaros jamás con las que hayan sido sus esposas. Esto, para Dios, sería grave.[3] 34Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. (Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadlas! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Dios es excelso, grande. En 1987 fui expulsado de la Universidad Al-Azhar. Aunque la razón oficial por la expulsión fue que no sabía bien el arábico, en realidad yo fui expulsado porque llevaba una Biblia conmigo. Estoy seguro que me pudieron haber torturado como los iraníes, pero estoy agradecido que la única persecución que recibí fue la expulsión. Siempre me ha inquietado el por qué nunca pude aprender hablar el arábico, puesto que hablo, leo y escribo nueve idiomas, sin contar los otros que entiendo. Mi reunión con el tercer ángel de Dios Me fui de Egipto a Pakistán en febrero de 1987 donde Dios me guió a Yusuf (José) en la ciudad de Karachi donde yo vivía y trabajaba como supervisor de un negocio de productos exportados. Tenía la costumbre de sentarme, tomar té y leer un libro cerca de la ventana en mi habitación para poder mirar un camino y observar la gente. Al otro lado del camino un hombre trigueño del Punjab se sentaba y reparaba bicicletas mientras que yo le observaba. Debido a que le veía trabajando duro, decidí conocerlo. Además, yo estaba solo, siendo un recién llegado a la ciudad. Conforme a la costumbre allí, me senté a su lado. Comencé una conversación indicándole que yo vivía al otro lado del camino. El se sentía muy feliz y sabía que yo lo miraba todos los días. Ya que su nombre fue común entre los musulmanes, al principio no me di cuenta que era cristiano. Pero me fijé que no trabajaba los domingos. Luego le pregunté acerca de su nombre y su origen. Aunque no tenía preparación académica, conocía bien su Biblia y le dije que no tuviera miedo, porque yo estaba muy interesado en conocer mejor la fe cristiana. Durante casi el resto de mi estadía en Pakistán, él me enseñaba la palabra de Dios. Escape y encuentro con otros ángeles en India Me fui de Pakistán a India en mayo de 1990 principalmente por el miedo de ser matado en caso de que mis parientes percataran de los cambios en mí. Además, quería visitar a Deoband. En Nueva Deli trabajaba en un restaurante. En octubre fui a visitar a un amigo en dicha ciudad donde pasaba unos cuantos días. Un día mi amigo, Qasim, me invitó al cine. Hicimos los arreglos por los boletos, pero teníamos cinco horas de espera para comer y hacer otras cosas primero. Cuando íbamos a casa, dos jóvenes nos invitaron a un salón para escuchar una música y un mensaje. Debido principalmente a mi curiosidad, fuimos, pensando estar allí unos minutos nada más. Al entrar el salón, me di cuenta que era una reunión cristiana. Nos sentamos con muchos hindúes y escuchamos buena música hindú, aunque se me hizo difícil entender las palabras. Después de un rato R. K. Mala comenzó a predicar. Aunque yo quería entender todo, no podía. Cuando finalizó la reunión, pedí a los que estaban a cargo de la actividad si me podían facilitar una Biblia en persa o urdu. Uno de los ancianos me prometió traerme una al día siguiente. Esa noche no fuimos al cine y tampoco dormía bien. Pensaba acerca de mis experiencias durante los pasados nueve años y de mi peregrinaje espiritual que todavía era incierto. Yo sabía que Jesucristo era la verdad, pero tenía demasiado miedo para aceptarle, pues mi familia y otros podrían rechazarme y tal vez aun matarme. Ya muy apenas había escapado con la vida y en ese momento ni siquiera era cristiano; sólo estudiaba la Biblia. El día siguiente fue el más largo de toda mi vida, pues esperaba con ganas la hora de la próxima reunión. También tuve que pedir a Qasim a que me acompañara. Fue en ese momento que Dios me habló con gran claridad: que yo era un pecador y me hacía falta el perdón lo cual sólo era posible en Jesucristo y a través él. Como dice la Biblia: "Esta es la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen. Pues no hay distinción; porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. Como demostración de su justicia, Dios le ha puesto a él como expiación por la fe en su sangre, a causa del perdón de los pecados pasados, en la paciencia de Dios" (Ro 3:22-25). No obstante, encaraba grandes problemas -- el rechazo de mi familia y otros amigos y aun fui atacado en muchas ocasiones por musulmanes fanáticos. Pero, a pesar de todas esas situaciones, yo podía decir, "Mi fe está edificada sobre El quien es el Autor de la historia." En momentos de desánimo, Dios me da la respuesta mediante Su palabra y a través de Sus siervos. Mi himno favorito es "Castillo fuerte es mi Dios."[5] Si regresara a Afganistán, los miembros de mi familia me matarían por haber abandonado la fe musulmana, pero mi oración por mis hermanos y hermanas afganos es que lleguen a conocer la Verdad. Jesucristo, el Señor, dijo: "Conocerás la verdad y la verdad os hará libre" y "Yo soy el camino, la verdad y la vida." Nunca dijo que él era uno de los caminos o que El era también el camino. Dice 2 de Corintios 8:9: "Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fuereis enriquecidos." En India donde me hice cristiano comencé mis programas de radio, pero en ese país también me golpearon varias veces. Cuando era joven, "combatí como un patriota por mi país. Ahora soy otra clase de guerrero. Hoy lucho por las almas de mis compatriotas desde un apartamento en los Estados Unidos." Hoy como evangelista produzco programas radiales que se trasmiten a mi país. También mantengo dos páginas de la Internet que transmiten la película "Jesús" en cinco de los seis idiomas del pueblo afgano. Los afganos tienen una pasión por la radio y todos tienen acceso a una. Aunque es difícil, por no decir imposible para los cristianos entrar a Afganistán, por la radio el mensaje tiene acceso libre. Los afganos se esconden para escuchar mis transmisiones. Ser sorprendidos escuchándolas podría causarles golpizas o algo peor. Los programas de noche son evangelísticos y dirigidos a los inconversos y los del fin de semana para los creyentes. Las cartas y e-mails que recibo indican la importancia de mis programas. No sólo relatan conversiones sino también me dicen que las transmisiones son a menudo la única manera que tienen para adorar. "No saben cómo adorar; no existen iglesias en Afganistán, de modo que no tienen un modelo para la adoración. ... La mayoría de los e-mails... son positivos, pero no todos." Alrededor de un 20% de las cartas contienen amenazas para nuestras vidas "... que nos matarán o que si nos encuentran, nos cortarán a pedazos." Otros e-mails dan ánimo como el que trae la noticia de "un grupo de veintiséis afganos que se convirtieron ... y se bautizaron unos a los otros" en un lago. "Estoy agradecido a Dios por usarme en la obra de Su reino y por permitirme ser una influencia positiva para muchas personas." También estoy agradecido a la Junta de Misiones Internacionales por el sostén que me da y por la Ofrenda de Navidad Lotty Moon para las misiones internacionales y el Programa Cooperativo, los cuales me ayudan "a llevar la Palabra de Dios a personas que nunca" la han oído. [1]Este testimonio está basado en "La historia de Hussain," una hoja publicada por Lifeway Christian Resources y la página de la Internet www.hesavedme.com. Además, ver sobre el Islam "Mahoma, el Corán y la fe islámica," Las doctrinas sanas y las sectas malsanas, I: 233-241; "El Islam," La Sana Doctrina XVI: 6 (Nov a Dic., 2001); ") ¿Oran los musulmanes y los cristianos al mismo Dios?" XVIII: 1 (ene a feb., 2003), 1, 4-6 y "Qué enseña la religión de Osama bin Laden -- los wahabíes?" 6-8.
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